Clara | Thursday, der 3. April 2014
Jean-Luc Godard solía decir que los grandes presupuestos a la hora de rodar una película limitaban mucho el proceso creativo, ya que siempre se debía estar a merced del dinero. Él solamente quería hacer películas. De la misma manera, no hace mucho, Abel Ferrara afirmaba algo parecido „My existence is about making movies, so I’ve just got to rock and roll with the punches. You want to make movies on telephones, I’m there.“ Así, el director estadounidense, al margen de los intereses comerciales de las superproducciones, es libre para tratar temas que, en varias ocasiones, le han puesto en el ojo del huracán de la polémica.
En Inglaterra, Abel Ferrara tiene fama de director sensacionalista cuyas películas hacen uso de la violencia, el consumo de drogas y la desnudez de manera gratuita. Pero son muchos los que ven en él la capacidad de mostrar algunas de las caras más oscuras de la sociedad sin ningún tapujo. Ferrara no solamente es conocido por su fijación por el submundo, pero también por su estilo cinematográfico; sus filmaciones son rápidas, no hace infinitas tomas de cada escena, utiliza la cámara en mano, y le da mucha libertad al reparto a la hora de desarrollar sus personajes y diálogos.
No obstante, en su película MARY (2005), Ferrara se olvida de sus temáticas habituales, y se decanta por la religión. Se trata de “una película dentro de la película”, en la que un director de cine (Matthew Modine) intenta promocionar su película “This is my Blood”, sobre la vida de Jesús. Juliette Binoche interpreta a María Magdalena, la protagonista, quien, después del rodaje, huye a Israel en búsqueda de paz espiritual. Su camino se cruzará con el de un periodista famoso (Forest Whitaker) que presenta un programa de televisión sobre la fe.
MARY es un collage de estilos y narrativas. La película combina secuencias al estilo documental, en las que parece que solamente se haya utilizado luz natural, con la más pura ficción liderada por una Juliette Binoche sin apenas diálogo, pero auténtica. Hay un continuo va y ven de estéticas, hasta el punto de parecer películas diferentes.
Clara Rodríguez Arasanz